No se encontraron artículos.
Fotografía

De gourmets a carpantas

Berto Macei

Año del proyecto: 

Nunca pasé hambre. Y me siento afortunado, aunque no por eso dejé de ser consciente del valor que tiene la comida, y tampoco olvidé nunca que la esencia de la cocina es su práctica diaria. Su práctica diaria sin paliativos, su práctica universal, su práctica sin desperdicio. Sobre todo porque después de ver cómo se deconstruye una tortilla, cómo se carameliza un huevo, cómo se licúa una croqueta, se saborea una espuma de merluza o incluso espuma de humo, (sí, sí ... humo), nada me asegura que no seamos víctimas de una estafa mediática que premia y prioriza la práctica de la cocina como un placer artístico-intelectual (no cultural) más que como un derecho fundamental y una necesidad primaria. Tampoco nadie me asegura que no me convertiré en un nuevo "Carpanta" (personaje de cómic popular y hambriento de la posguerra española), en busca de algo que me pueda tomar por la boca; un ciudadano visto menos, otra víctima de otra burbuja, esta vez gastronómica, respaldada por el redescubrimiento de las sopas de ajo por parte de sociólogos, químicos, antropólogos, psicólogos o filósofos que se suben al tren de la "ciencia culinaria".

Mientras tanto, y por si acaso, como en la parábola de la multiplicación de los panes y los peces, recogeré las piezas sobrantes para que no se pierdan, no sea que Ferrán Adriá dé forma a su ambicioso proyecto, apoyado con fondos públicos. , desde crear un "centro de investigación gastronómica" hasta la reprimenda de la "Fundación Bulli" por seguir ilusionándonos con su cocina conceptual, molecular o posmoderna, mis hijos no pueden tener un desayuno digno para llevarse a la boca antes de ir al colegio. Y es que, mientras estamos atascados con Master Chefs creativos y postres sintéticos al aire, uno de cada cuatro niños en nuestro país tiene problemas de desnutrición. Tampoco es casualidad que el recetario de Ignacio Doménech “Recursos de cocina. Quiero mi comida ”publicado en la posguerra, se volvió a publicar hoy. Admiro a Ignacio Doménech por ser el primer chef, no en deconstruir la tortilla, sino en construirla sin huevos ni papas allá por 1941, solo con sustitutos compuestos de alimentos reutilizados. Cocina intelectual sin duda alguna.

Desde gourmets hasta Carpantas quiere ser todo eso. Una crítica ácida, una metáfora mordaz, una alegoría cáustica, un simbolismo patético resuelto en naturalezas muertas dispuestas sobre una mesa como el escenario cotidiano de un comensal aburrido esperando un bocado o soñando con haberlo dado. Un gourmet empobrecido que inimaginablemente se convirtió en un Carpanta solitario en busca de comida para el día.

Ir a la portada del proyecto